Cómo seguramente ya te habrás dado cuenta, el embarazo es un periodo rodeado de multitud de inquietudes. En este tiempo, todas las mujeres nos preguntamos qué alimentos podemos o no podemos consumir. ¿Qué se sabe sobre el consumo de miel durante el embarazo? ¿Es seguro para mamá y bebé? ¡Hoy te lo contamos en este post de blog!
La miel: una gran cantidad de azúcar
Durante el embarazo, es de vital importancia tener una alimentación saludable, variada y equilibrada. Eso te ayudará a sentirte con energía para afrontar los grandes cambios que va a experimentar tu cuerpo. Además, es importante que tengas en cuenta que algunas mujeres pueden desarrollar lo que se conoce como diabetes gestacional.
Durante la semana 24 y 28 de embarazo, tu médico o matrona te dará cita para realizar la prueba correspondiente que desvela si padeces o no diabetes gestacional. A pesar de su multitud de beneficios y su contenido en minerales y vitaminas, no podemos olvidar que la miel está compuesta por un 70-80% de azúcares y por lo tanto, abusar de su consumo estaría desaconsejado para madres que padecen diabetes gestacional (de la misma forma que lo estarían también todos los alimentos con un elevado porcentaje de azúcar).
En el caso de que no seas diabética, el consumo regular de miel no supondría ningún problema para ti o tu bebé. En el post de blog te explicamos 3 maneras de aprovechar todos los beneficios de la miel durante el embarazo. ¡Allá vamos!
¿Para qué sirve la miel durante el embarazo?
- Aliviar el dolor de garganta: durante el embarazo, la gran mayoría de medicamentos (incluso aquellos que creemos que son los más inocuos, como los caramelos que se venden en farmacia para el dolor de garganta) no se pueden consumir. Por este motivo, una infusión calentita con miel o incluso caramelos naturales de miel pueden ser tu mejor aliado para el dolor y la inflamación de la garganta gracias a sus propiedades antibacteriana, antiséptica y humectante.
- Energía en momentos de cansancio y fatiga: La mujer gestante, durante el embarazo, experimenta de manera recurrente episodios de fatiga y cansancio. El mejor remedio, sin lugar a dudas, es buscar momentos de descanso para poder recuperar energía y seguir con nuestro día. Además, incluir la miel en una tostada por la mañana o acompañando el yogur por la tarde, te ayudará a sentirte con energía durante más tiempo debido a su elevado aporte calórico en forma de azúcares.
- Miel y limón para la mejor asimilación del hierro en el organismo: Las embarazadas a menudo experimentan también episodios de anemia. Seguramente tu médico o matrona te recomendará que consumas alimentos ricos en hierro (como lentejas o carne roja) y que los acompañes de otros alimentos ricos en vitamina C (necesaria y muy importante para la correcta asimilación del hierro en nuestro organismo). Por ese motivo, infusiones con miel y limón pueden ser el mejor aliado.
Ante todo, como comentábamos al principio, es que tengas una dieta equilibrada y hábitos de vida saludable. Si tienes alguna duda referente a tu alimentación, no dudes en consultar a tu médico.
Si tienes más dudas sobre qué no debes consumir durante el embarazo, ¡te recomendamos que veas el siguiente vídeo!
La toxoplasmosis es una infección causada por un parásito (Toxoplasma gondii) y es de vital importancia que las embarazadas sepan qué alimentos deben evitar para no contraer dicha infección. Sin embargo, no hay evidencias de que en la miel se encuentre ese parásito y por lo tanto, no se relaciona el consumo de miel con la toxoplasmosis.
Tal y como apunta el departamento de salud pública de California, el consumo de miel por parte de madres que están amamantando es completamente seguro ya que el botulismo no se transmite a través de la leche materna.
Fuentes bibliográficas consultadas:
- Gomes, C., Esteves, V., Canhoto, M., & Martins, A. P. (2019). Honey in pregnancy: Is it safe?. Journal of medicinal food, 22(10), 989-996.
- Vela-Soria, F., Ruiz-Falcó, M. L., Navarro-Soler, F. J., Hervás-Pérez, J. P., & Ruiz-Bravo, E. (2009). Botulism in infancy: a case report and review of the literature. The Pediatric infectious disease journal, 28(3), 246-248.